Por un cronista con demasiada cafeína y poca paciencia para el drama
Si algo nos enseñó la gala de hoy en Gran Hermano Argentina 2025, es que Selva Pérez Carvalho está decidida a ser la villana que nadie pidió, pero que todos vamos a terminar sacando con votos como si fuera una cucaracha en la cocina. Lo que empezó como un torbellino uruguayo lleno de carisma y memes se ha convertido en un ruido ensordecedor que nos tiene a todos buscando el control remoto para bajar el volumen. Y no, querida Selva, no es que el tono de tu voz sea “apasionado”; es que parece que te tragaste un megáfono y lo prendiste en modo permanente.

El momento estelar de la noche fue cuando Catalina, con la ayuda de Gabriela y La Tana (y la mirada cómplice de Sandra, que parece estar siempre a un paso de decir “yo no fui”), decidió meterse en el territorio sagrado de Luz y robarle sus preciados cigarrillos. Un golpe bajo, sí, pero esto es Gran Hermano, no un retiro espiritual. Lo que nadie esperaba era que Selva, cual justiciera de supermercado, saltara a la escena con su propia épica de venganza personal: “¡A mí me robaron un refresco una vez!”. Sí, señores, un refresco. Mientras Luz lloraba sus puchos como si fueran lingotes de oro, Selva comparaba su tragedia gaseosa con el crimen del siglo. Spoiler: no es lo mismo, reina, pero gracias por el intento.
Y como si eso no fuera suficiente, Selva aprovechó la gala para meter bocadillo en cada rincón posible, opinando sobre todo y todos como si fuera la locutora oficial del apocalipsis. Eugenia, que ya debe tener los tímpanos en terapia intensiva, intentó ponerle un freno, pero lo único que consiguió fue desatar el huracán montevideano. Selva le respondió con ese tono chirriante que hace temblar los parlantes, y de paso le gritó a Devi como si él le debiera plata. ¿El broche de oro? Volver a llamar “fácil” a Luz, porque aparentemente su diccionario de insultos se quedó en 1995.
¿El fin del reinado de Selva?
Lo que en un principio fue gracioso —esa entrada eufórica, esos videos de TikTok que nos hacían reír— ya huele a rancio. Selva está cruzando límites que ni el más tolerante de los televidentes puede ignorar. Está saturando, aburriendo y, sobre todo, cansando. Los fans de Gran Hermano no perdonan la sobreactuación eterna, y las redes ya están pidiendo su cabeza en bandeja. ¿Candidata a la eliminación la próxima semana? Oh, sí, y con chances más serias que las de encontrar un mate frío en Montevideo.
Pegarse a Catalina, la reina del complot y el drama calculado, podría parecer una estrategia salvadora, pero aquí va un secretito: Cata no es precisamente el salvavidas más confiable. Si algo sabemos de ella, es que tira a sus aliados bajo el tren sin pestañear cuando le conviene. Selva, con su intensidad desbocada, podría terminar siendo el chivo expiatorio perfecto para que Catalina se lave las manos y siga reinando en la casa.
El veredicto del pueblo
La audiencia no es tonta, y el termómetro de X ya está marcando fiebre de expulsión. Entre los gritos, las justificaciones absurdas y esa necesidad patológica de ser el centro de atención, Selva se está cavando su propia tumba en el reality. ¿Se irá la semana que viene? Si el público tiene algo que decir, el portazo está más cerca de lo que ella cree. Y sinceramente, después de esta gala, nos vendría bien un descanso de su show unipersonal.
Así que, Selva, un consejo gratis de GHDiario: bajá un cambio, guardá el refresco en la heladera y dejá de pelearte con medio mundo. Porque si seguís así, lo único que te va a quedar es el eco de tus propios gritos resonando en el estudio cuando te saquen por la puerta grande. ¿O debería decir por la puerta trasera? Tick-tock, el reloj del público no espera.
¿Qué opinás? ¿Selva se va o se queda? Dejanos tu voto en los comentarios y preparate para la próxima gala, que promete más fuego que una parrilla en domingo.