¿Peluches en la pileta y traiciones a la vista? La casa está que arde

Por Sofi Glam, tu chusma favorita del espectáculo

¡Ay, amigos, agárrense porque la casa de Gran Hermano está más picante que un chimichurri en verano! Anoche, la convivencia dio un volantazo tremendo cuando los icónicos peluches de elefante y pingüino terminaron siendo víctimas de una bromita que dejó a todos boquiabiertos. Y, como si fuera poco, el drama no terminó ahí: Martina, la reina del desmayo y la estrategia, parece que cambió de bando por un despecho amoroso (o de juego, quién sabe) tras no ser salvada por el galán uruguayo Tato. ¿Qué está pasando en esta casa? Vamos a desmenuzar este culebrón con todo el jugo, como buena periodista de la farándula rioplatense.

Peluches en el barro: ¿dónde está el límite?

Primero, hablemos de lo que tiene a Twitter (perdón, X) en llamas: los peluches. Sí, esos bichitos de tela que son como el alma de la casa, terminaron siendo el blanco de una travesura que dejó a Tato fregando como Cenicienta esta mañana. Según los rumores que corren en la red, el elefante fue a parar a la pileta, y aunque no está claro qué le pasó al pingüino, parece que también salió trasquilado. ¿Quiénes fueron las mentes brillantes detrás de esto? Los dedos apuntan a un grupito encabezado por Martina, Cata, Chiara, Lourdes y Gabriela, que habrían estado en modo “vamos a hacer lío”. Algunos dicen que hasta hubo un intento de “cortarle la cabeza” al pingüino con un cuchillo (¡relax, es un peluche, no un thriller de Netflix!), pero nadie lo confirma. ¿Broma inocente o jugada sucia?

Mirá, yo entiendo que Gran Hermano es un juego de convivencia y que las pavadas son parte del show. Pero, ¿no se están yendo un poquito al pasto con esto de meterse con los objetos personales? Los peluches no son solo trapos, loco, son como los amigos imaginarios de los participantes, algo que los conecta con su vida afuera. Tirarlos a la pileta o hacerles quién sabe qué es como cruzarse una línea invisible. ¿Y si mañana empiezan a romper fotos de la familia o a esconder las zapatillas favoritas? ¿Dónde termina la joda y empieza el bullying? No sé ustedes, pero a mí esto me hace ruido. La producción debería poner un ojo en estas “bromas” que, en una de esas, terminan siendo más crueles que divertidas. Porque, seamos sinceros, si Tato tuvo que pasar la mañana limpiando el desastre, ¿quién se ríe al final?

Martina: ¿de aliada a villana por despecho?

Ahora, pasemos al culebrón sentimental (o estratégico, que en GH todo se mezcla). Martina Pereyra, la contadora que se desmayó en la cocina y conquistó a medio país, está dando que hablar por un supuesto cambio de bando que tiene más drama que una novela de las nueve. Hasta hace poco, Marti era parte del círculo de Tato, el uruguayo fachero que lidera el “Tridente” con Luz y compañía. Pero, ¡pum!, algo se rompió. Resulta que en la última gala, Tato no la salvó de la placa, y eso parece que le dolió en el alma. O en el ego, que en esta casa es lo mismo.

Dicen por ahí que Martina, herida en su orgullo, decidió virar hacia el grupo de Cata, esa pediatra santafesina que no le tiene miedo a nada. ¿Casualidad? No lo creo. En X, los fans están que arden: algunos dicen que Martina se sintió “descartada” por Tato, como si fuera una ficha que ya no le sirve en el tablero. Otros, más mal pensados, creen que esto no es despecho, sino puro cálculo. “Martina sabe que Tato no la va a priorizar, así que se pega a Cata para sobrevivir”, tuiteó

@GranChusma23. Y la verdad, no suena tan descabellado. En Gran Hermano, el amor propio y la estrategia van de la mano, y Martina no es ninguna improvisada: ya demostró que puede desmayarse y seguir jugando como si nada.

Pero, ¿y si hay algo más? Porque, vamos, en esa casa las emociones están a flor de piel. Tato, con su carita de TikTok y su seguridad de galán, tiene a más de una suspirando (o rechinando los dientes). Algunos dicen que Martina tenía una conexión especial con él, no necesariamente romántica, pero sí de esas alianzas que te hacen sentir intocable. Que él la dejara en la placa pudo haber sido un balde de agua fría, y ahora ella está buscando revancha. ¿Es despecho? ¿Es estrategia? ¿O es simplemente que Martina se cansó de ser la “segundona” y quiere brillar con luz propia? Sea como sea, su pase al equipo de Cata promete terremotos. Ya quiero ver cómo Tato reacciona cuando se dé cuenta de que su exaliada ahora juega en la vereda de enfrente.

La casa dividida y un juego que se pone espeso

Todo esto nos deja pensando: ¿qué está pasando con Gran Hermano? La casa está más partida que un alfajor en una merienda compartida. De un lado, Tato y su “Tridente” reforzado con Lucía y Luz; del otro, Cata liderando una cruzada con Martina, Gabriela y las demás. En el medio, peluches que terminan en la pileta y participantes que se tiran indirectas como si fueran dardos. El juego está subiendo de tono, y no sé si eso es bueno o malo.

Como fan del chisme, obvio que me encanta el drama. Pero como periodista, no puedo dejar de preguntarme si estas “bromas” con objetos personales y estas traiciones públicas no están llevando la convivencia a un lugar medio tóxico. Gran Hermano siempre fue sobre empujar límites, pero también sobre respetar al otro, ¿no? Si empezamos a normalizar que vale todo, desde tirar un peluche al agua hasta cambiar de bando por despecho, ¿qué queda de la esencia del juego?

Por ahora, la casa sigue siendo un hervidero, y yo no me pienso perder ni un capítulo. ¿Vos qué opinás? ¿Martina es una estratega de lujo o una despechada en busca de venganza? ¿Y qué onda con meterse con los peluches? Contame todo en los comentarios, que el chisme no para. ¡Nos leemos en la próxima gala, donde seguro hay más tela para cortar!

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